miércoles, 28 de julio de 2010

DISCURSO DEL COMISARIO CIOLOS EN LA CONFERENCIA SOBRE EL DEBATE PÚBLICO SOBRE LA PAC POST-2013

Señoras y señores:
Hemos llegado al final de esta conferencia. Esta fase de debate público iniciada en abril se acaba. Para mis equipos y para mí comienza el tiempo del análisis y de la definición de propuestas concretas.
Como es obvio, no voy a encerrarme en mi despacho, a cerrar las ventanas y persianas y a desconectar el teléfono. Se reanudarán los debates. Quienes me conocen han podido comprobar la importancia que concedo a los encuentros, a los intercambios y a los desplazamientos.
Estos meses de debate público, estos dos días de conferencia me servirán para volver a presentarme ante ustedes con una comunicación sobre el futuro de la PAC. Una comunicación que se habrá beneficiado de sus puntos de vista, de sus ideas y de la capacidad de análisis de los servicios con los que trabajo.
I- En el transcurso del debate público y de estos dos días se han abierto numerosas puertas.
1) Se ha trazado una visión común de los grandes desafíos que tendrá que afrontar la PAC del mañana.
Hay ideas diferentes sobre las herramientas para el futuro. Debatiremos sobre ellas primando la comunicación.
En el transcurso de este debate, hemos hablado mucho de seguridad alimentaria, de medio ambiente, de cambio climático, de empleo y de inestabilidad de los mercados.
Una dimensión ha surgido con más fuerza que en el pasado: la importancia territorial de la agricultura o, más bien, de las agriculturas europeas.
La PAC debe permitirnos preservar el equilibrio de nuestros territorios y el vínculo entre territorio y producción.
Ante estos retos, hay una clara convergencia de opiniones respecto a la necesidad de hacer que la PAC evolucione, de reformarla.
Esta conferencia, el debate público y las discusiones mantenidas en el Parlamento Europeo y en el Consejo han hecho que surja una comunidad de opinión sobre los grandes desafíos a los que debe responder la agricultura.
Por supuesto que no estamos siempre de acuerdo: unos sitúan los desafíos económicos en primer plano, mientras que otros son más sensibles a los problemas medioambientales.
2- Por mi parte, no enfrentaría entre sí los distintos enfoques; quiero encontrar el justo equilibrio.
La Europa agrícola debe ser verdaderamente ecológica, pero la Europa ecológica debe ser ambiciosa para su agricultura.
Debemos respetar los equilibrios naturales y buscar, en este marco, el rendimiento económico.
II Las enseñanzas extraídas del debate público para el futuro de la PAC
1) Las ayudas públicas deben convertirse en la herramienta que nos permita compatibilizar el enfoque económico, el enfoque medioambiental y los enfoques social y territorial.
El debate público ha mostrado que los ciudadanos europeos comprenden perfectamente la necesidad de una política pública dirigida específicamente a la agricultura, al servicio de la sociedad.
Las ayudas deben:
- promover una agricultura competitiva y sostenible;
- considerar las explotaciones en su evolución temporal;
- apoyar a las explotaciones en la dirección de una agricultura cada vez más sostenible;
- anclar las explotaciones y el empleo en su territorio, también allí donde más difícil resulte ejercer el oficio de agricultor.
Quiero decir muy claro que a los agricultores no debe ruborizarlos el hecho de tener ayuda de los fondos públicos. Esta ayuda responde a las necesidades de un sector muy especial que afronta desafíos fundamentales.
Las ayudas deben distribuirse y dirigirse mejor y deben ser más evidentes; debemos hacer que a los contribuyentes les resulte fácil entenderlas.
Aplicar una tasa uniforme ha podido parecerles atractivo a algunos. Se ha aludido a esta idea durante el debate público. ¿Hasta qué punto la igualdad puede generar condiciones equitativas de competencia? Personalmente, pienso que equidad no es lo mismo que igualdad.
Mantener criterios históricos tampoco es una opción válida. Las referencias del pasado no nos permitirán preparar el futuro y apoyar al sector en la vía de la modernización.
Debemos basarnos en criterios objetivos y realistas: el tipo de explotación, el contexto socioeconómico, climático y medioambiental en el que se enmarca el trabajo de los agricultores.
Una cosa está clara: no podemos perpetuar un sistema que no concede derechos similares a categorías de explotaciones que actúan en condiciones similares.
En este sentido, voy a trabajar en las próximas semanas con un objetivo: proponer un sistema eficaz y equitativo para todos los Estados miembros, sus regiones y sus agricultores.
2) Sobre la propia estructura de la PAC. ¿Un pilar o dos pilares?
Debemos conservar los dos pilares, pero sin encerrarnos en los esquemas actuales.
Los dos pilares son dos facetas complementarias de la PAC:
el primer pilar es la ayuda a todos los agricultores europeos, con una periodicidad anual y en relación con resultados cuantificables y visibles anualmente; es nuestra respuesta a los grandes desafíos comunes a todos los Estados miembros de la UE;
el segundo pilar es la evolución de los sectores y de los territorios, también en el plano medioambiental; debe apoyar nuestros objetivos con arreglo a una programación plurianual, con prioridades claras, pero también con flexibilidad suficiente para alcanzarlos.
La política de desarrollo rural debe permitirnos modernizar nuestras explotaciones; desplegar nuevos medios en el ámbito de la innovación; trabajar por la diversificación de las zonas rurales; afianzar un sector agrícola expuesto a la inestabilidad de los mercados; tratar de manera horizontal los complejos desafíos ligados al cambio climático.
Aspiro a una PAC fuerte con dos pilares, una PAC que apoya la diversidad de todas sus agriculturas y de los territorios rurales europeos y que genera los bienes públicos que la sociedad europea espera.
III. ¿Cuáles son los desafíos que debemos afrontar?
Señalaré siete.

  1. La Unión Europea no es una isla separada del mundo: La globalización constituye un desafío transversal. No podemos dar marcha atrás. Europa debe, al mismo tiempo, contribuir a la seguridad alimentaria mundial en toda su complejidad, y no obstaculizar el avance del sector agrícola de los países en desarrollo. Se ha mencionado la cuestión de las proteínas. Estoy dispuesto a tratar este tema en el marco de un enfoque realista basado en las capacidades agronómicas de la Unión Europea y en la aportación medioambiental de las leguminosas. Dudo mucho que estemos en condiciones de cubrir todas nuestras necesidades.
  2. El desafío alimentario: Todos conocemos las previsiones de la FAO. ¿Es aceptable que, desde hace ya años, no se haya obtenido ningún progreso de los rendimientos? Debemos tener en cuenta la compleja definición del concepto de «seguridad alimentaria» en nuestras reflexiones y en nuestras decisiones. Europa debe asumir sus responsabilidades en el ámbito de la investigación y de la innovación; mantener sus ambiciones a nivel internacional, con productos de calidad y una herramienta de promoción fuerte para nuestros productos europeos; estar más atenta a los consumidores, incluidos los más desfavorecidos, y a los mercados locales y regionales. Los agricultores pueden encontrar en ello más valor añadido, y los consumidores, la diversidad de los productos y la riqueza de sus territorios.
  3. El desafío medioambiental. ¿Debemos resignarnos a ver cómo se degrada la calidad del suelo y del agua? ¿Debemos pensar que la pérdida de biodiversidad es un fenómeno ineluctable? ¿Debemos aceptar de brazos cruzados el cambio climático? Creo que no. La sociedad no es pasiva ante los retos medioambientales. La agricultura tiene soluciones. No olvidemos que la gestión sostenible de los recursos naturales es a la vez un desafío económico, medioambiental y social. La agricultura debe mejorar sus prácticas de producción y reducir sus emisiones de carbono; adaptar sus prácticas, ya que es la primera víctima del aumento de las temperaturas y de la violencia cada vez mayor de las contingencias climáticas; y, en términos más generales, aportar respuestas a la sociedad para luchar contra el cambio climático. Pienso, en concreto, en su capacidad de almacenamiento de carbono. Para todo esto, debemos incentivarla.
  4. El desafío económico. Como es lógico, comparto las inquietudes que se han expresado durante el debate público y estos dos últimos días. Voy a trabajar en las líneas siguientes:
    Reforzar nuestro mecanismo común de prevención de los riesgos y de gestión de las crisis. Hace falta una red de seguridad sólida, más allá de las ayudas directas. De ello dependerá la capacidad del sector para invertir, innovar y atraer a los jóvenes. Nos hacen falta también herramientas de gestión de los mercados. Hemos comprobado su importancia estos últimos meses, frente a la excesiva inestabilidad de los precios. Debemos concebir nuevos mecanismos que nos permitan responder a la problemática de la excesiva inestabilidad de los ingresos. Existe el riesgo de que esta inestabilidad haga desaparecer facetas enteras de nuestros sectores agrícolas. No podemos permanecer inactivos.
    El desafío económico pasa también por una renovación de las relaciones en la cadena alimentaria.
  5. El desafío territorial.
    Apoyar la agricultura en el conjunto del territorio europeo es legítimo. Ahora bien, ha de ser una agricultura que gane en competitividad gracias a sus territorios y que sepa utilizar su especificidad territorial para lograrlo.
    El futuro de la agricultura y el de los territorios rurales están íntimamente ligados.
    La PAC puede y debe ser un factor de éxito de la estrategia Europa 2020.
    La estrategia Europa 2020 puede tener en la PAC un sólido apoyo para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador de los territorios rurales.
  6. Por último, no quiero olvidar el desafío de la diversidad…
    Con la ampliación, la Unión Europea ha ganado en diversidad. El éxito de nuestra política común dependerá de nuestra capacidad para apoyar al conjunto de estas explotaciones agrícolas de manera eficaz.
    Sé que podremos contar con la capacidad de los Estados miembros para aplicar sobre el terreno nuestra política común, para ajustarla a su problemática regional e incluso local. El éxito de LEADER y la experiencia compartida en la red de desarrollo rural deben aprovecharse en este sentido.
  7. No quiero olvidar tampoco el desafío de la sencillez.
Ya que, para ser fuerte, la PAC debe ser sencilla y comprensible.
La belleza y la resistencia de un bosque se miden por el número de especies que en él están representadas. Árboles adaptados a su entorno natural que interactúan entre sí, ésa es la fuerza de la biodiversidad. La fuerza de nuestros territorios es la diversidad de nuestras agriculturas. Ahí es donde encontraremos los recursos para que el sector se modernice. Y esta es la mentalidad con que presentaré las opciones para una PAC renovada, para una Europa ligada a sus agricultores y unos agricultores a la altura de las expectativas de los europeos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario